Abogado ilustre: Julio Ruiz Bourgeois

“En todas las numerosas y destacadas actividades que sirviera, tanto como abogado, profesor, alto funcionario de gobierno, entre otras, sobresalió por su saber, espíritu público, criterio, prudencia y hombría de bien”.

Uno de los más connotados juristas chilenos dentro del ámbito del Derecho de Minería, nació en Cuneó, Región de la Araucanía, el 30 de diciembre de 1909. Realizó sus estudios secundarios en el Liceo de Hombres de su ciudad natal, obteniendo el grado de Bachiller en Humanidades, el 20 de enero de 1926.

Ese mismo año ingresó a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, de la cual egresó a fines de 1929 para licenciarse dos años después con su memoria intitulada “Algunos Aspectos de la Sociedad Legal Minera”, en la que con originalidad abordó dicho tema, poco tratado en aquella época, razón por la cual mereció ser publicada por la Facultad. Su título de abogado se lo otorgó nuestra Corte Suprema, en 1932.

Don Julio, además de abogado eminente, fue un gran humanista, de vasta y sólida cultura. Destacó no sólo en el campo del Derecho -especialmente minero-, sino también en el de la Filosofía. Su talento lo exhibió en el mundo universitario, a través de la cátedra, en el ejercicio de la profesión, como asimismo en el sector público y empresarial, donde prestó señalados servicios al país.

Su vida académica la inició en 1929, como ayudante de la cátedra de Economía Social y Legislación del Trabajo, a cargo del profesor don Francisco Walker Linares, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.

Sin embargo, como ayudante de la cátedra de Derecho de Minería, servida por don Alejandro Lira Lira -gran jurista, uno de los principales redactores de los Códigos de Minería de 1930 y 1932- fue donde nació su gran interés por esa rama del Derecho, en la que descolló nítidamente, adquiriendo a través de los años una erudición poco común.

Obtuvo doctorado en Derecho en la vieja Universidad de Salamanca e hizo estudios en la de Roma, experiencia académica que lo llevó a impulsar la creación del Instituto de Estudios Legislativos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.

En 1932, recién recibido de abogado, impartió su primer curso como profesor extraordinario de Derecho de Minería, cargo que desempeñó hasta 1952. En sus últimos años, dictó la cátedra de Filosofía del Derecho.

Trasladado a vivir a Valparaíso, en 1954, fue miembro académico de la Universidad Católica de ese puerto, en la Facultades de Derecho y de Comercio y asumió como Director Ejecutivo de la Fundación Adolfo Ibáñez.

Obras

Su producción intelectual, a través de obras jurídicas, fue fecunda, entre ellas se encuentran las “Nociones Elementales de Derecho de Minería”, “Orígenes y Jurisprudencia del Código de Minería” (ambas de 1932); “La transformación del Derecho de Minería en relación con las modernas político-económicas” (1941); “La minería en la vida de Chile” (1943); “Informes sobre el Consejo Nacional de Comercio Exterior” (1948); “La minería chilena en la primera mitad del siglo XX” (1949); y su gran tratado “Instituciones de Derecho Minero Chileno”, en dos volúmenes (1949), obra fundamental, que no ha sido superada hasta el presente, completo y fundamental, tratado de Derecho de Minería.

Y en el sector público tuvo una eficaz y activa participación, desempeñándose como subsecretario del Ministerio de Economía y Comercio (1944-46) y Ministro de esa cartera en 1950.

A su gestión en dicho ministerio se debe la dictación de la Ley 9.618, de 1950, que creó la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP); y la Ley 9.839, que dio origen al Consejo Nacional de Comercio Exterior (CONDECOR). También impulsó el catastro forestal, los proyectos de prospecciones mineras, especialmente, de minerales radioactivos y de riego por aspersión, y la creación de la Industria Azucarera Nacional (1952).

En el ejercicio profesional, se desempeñó como abogado de la Caja de Previsión de los FF.CC. del Estado (1937-40) y de la Compañía de Acero del Pacífico, desde su fundación en 1946 hasta 1954; al mismo tiempo, ejerció la abogacía en forma liberal.

En todas las numerosas y destacadas actividades que sirviera, tanto como abogado, profesor, alto funcionario de gobierno, entre otras, sobresalió por su saber, espíritu público, criterio, prudencia y hombría de bien.

Tras una vida laboriosa, falleció prematuramente en Santiago, el 2 de marzo de 1964, a los 54 años de edad, en la plenitud de sus capacidades, cuando el país mucho esperaba de él.




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