Abogado ilustre Leopoldo Urrutia Anguita
Recién recibido ingresó al Poder Judicial en 1872, como secretario del Juzgado del Crimen de Valparaíso, siguiendo la carrera judicial que culminó al ser nombrado ministro de la Corte Suprema el 10 de junio de 1892, cargo que desempeñó hasta que jubilara el 28 de marzo de 1911. Fue su presidente en dos períodos: de 1898 a 1899 y de 1908 a 1909. Como juez fue integérrimo, justo, brillante. Sus sentencias -algunas de las cuales sentaron jurisprudencia y aún son recordadas en la cátedra y en nuestra literatura jurídica- se distinguían tanto por su estilo correcto, sobrio y claro, cuanto por su precisión para plantear con férrea lógica los argumentos jurídicos considerados para resolver con acierto las cuestiones controvertidas, por arduas y complejas que ellas fuesen.
Junto con su desempeño como juez sirvió la cátedra de Derecho Civil en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile durante casi cuatro décadas (1889-1926), siendo elegido Decano de su facultad en dos períodos.
Este abogado docto, insigne magistrado y sin duda uno de nuestros más destacados jurisconsultos, nació en Cauquenes en 1849. Hizo sus primeros estudios en el Liceo de Concepción. En 1867 ingresó al Curso de Leyes de esa ciudad (antecesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de abogados en Concepción). El 2 de junio de 1872 recibió su título de abogado, habiendo presentado una valiosa y novedosa tésis intitulada “ ¿Es embargable según el Código Civil, el usufructo del marido sobre los bienes de la mujer?, que fue aprobada con máxima distinción por la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, obra que evidenció los profundos conocimientos y criterio jurídicos del postulante.
Por su dualidad de funciones, se decía que en la Corte fallaba un maestro consumado del Derecho y en la Universidad enseñaba un juez de dilatada experiencia y envidiable prestigio en el más alto Tribunal de la República, pues en su persona el juez y el catedrático se complementaban y realzaban mutuamente.
El prestigio y la influencia de don Leopoldo entre sus alumnos eran enormes. En sus clases junto con demostrar el gran dominio del ramo lucía sus dotes pedagógicas, lo que le permitía despertar en ellos inquietudes por el Derecho. Sus lecciones las entregaba con originalidad y sencillez, de modo que sus discípulos asimilaban así sus vastos conocimientos jurídicos. Entre sus alumnos se contaron grandes profesores, distinguidos abogados y jueces, entre otros, Juan Esteban Montero, Ezequías Alliende, Oscar Dávila, Guillermo Correa Fuenzalida, Humberto Troncoso y Lepoldo Ortega.
Fue un verdadero jurista, o sea una persona capaz de conocer profundamente el Derecho, hacer leyes y crearlo, no un simple repetidor de conceptos por otros elaborados, como lo demostrara en diversas oportunidades. Como, por ejemplo, formando parte de las comisiones redactoras y revisoras de los proyectos de Códigos de Procedimiento Civil y Penal y de la Ley de Organización y Atribuciones de los Tribunales, que devino en el Código Orgánico de Tribunales, o como consultor jurídico de confianza de los presidentes Balmaceda y Errázuriz Echaurren. Este último lo nombró miembro del Consejo de Estado en representación de los tribunales superiores de justicia (1897 – 1901) y, como tal, lo acompañó en su viaje a Punta Arenas, en 1898, a entrevistarse con el presidente Roca de Argentina, en el llamado “Abrazo del Estrecho”. También fue consultor del presidente Barros Luco.
Fue él quien sostuvo la doctrina de que el derecho de herencia es un derecho mueble aunque en la sucesión se comprendan bienes inmuebles, no siendo procedente su inscripción en el Registro de Propiedad, la cual con el tiempo fue acogida por la jurisprudencia y finalmente consagrada por nuestra legislación, al modificarse los artículos 254 y 1749 del Código Civil por las leyes 19.855 y 18.802, respectivamente, estableciéndose en ellos que no se podrán enajenar y gravar los bienes raíces del hijo sometido a patria potestad ni del cónyuge en sociedad conyugal “ni sus derechos hereditarios”, sin la autorización del juez o de la mujer, en su caso.
Luego de retirarse del Poder Judicial, ejerció exitosa y activamente la profesión de abogado, tanto en litigios de importancia como consejero jurídico de empresas y particulares, emitiendo informes en derecho de calidad, algunos aparecidos en folletos, tal se estilaba en su época, como “Promesas unilaterales de venta y compra”, “Rescisión por lesión enorme por la venta de los derechos hereditarios”, “Fideicomiso de cuota”, “Cesión de derechos hereditarios”, etc. En ellos, como en sus alegatos algunos de los cuales se conservan impresos, emerge el hombre de derecho, el jurista sabio, el abogado hábil y prudente, movido por una ansia de justicia. Tras una vida laboriosa y esforzada este jurisconsulto eminente falleció en Santiago el 11 de octubre de 1937, a los 87 años.
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Un comentario en Abogado ilustre Leopoldo Urrutia Anguita
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hola, quisiera saber como puedeo ver un formato para hacer un cesion de derechos del 1% de una empresa o en caso contrario el costo que tiene al hacerlo un abogado
gracoas