Entrevista a Héctor Soto Candia

El Prefecto Inspector y también abogado relata su dilatada carrera policial en distintas jefaturas de su institución, enfatiza en la ética de los detectives, fija la atención en la relación policía civilMinisterio Público y se refiere a la modernización de la PDI.

El jefe de la Inspectoría General de la Policía de Investigaciones, Prefecto Inspector Héctor Soto Candia, es la cuarta an
tigüedad de la institución. Pero antes de llegar al alto mando de la PDI, cumplió su objetivo de estudiar Derecho y titularse de abogado, mientras se desempeñaba en la Brigada de Delitos Económicos –en medio del caso Codelco.

¿Qué lo hizo inclinarse por la carrera policial y después por la profesión de abogado?

“Soy de una generación compleja, producto de que vivimos la época de una política muy discutida. Cuando estaba en la enseñanza media, teníamos muy pocas clases. Yo estudiaba en el liceo Nº1 de Chillán, entonces las posibilidades de tener una preparación idónea para rendir una adecuada Prueba de Aptitud Académica, en esa época, era muy difícil. Siempre aspiré a la posibilidad de estudiar Derecho, sin embargo, mi puntaje no me lo permitió y decidí buscar una carrera asociada a esa profesión, pero con sentido de servicio público. Eso me llevó a postular a la Policía de Investigaciones. Era muy joven en relación a la mayoría de los postulantes, porque (la edad) era de 18 a 24 años. Estaba cumpliendo recién 18 y veía muy pocas posibilidades, dado que entre las exigencias estaban las capacidades físicas. Pero me fue bien y decidí iniciar la carrera de detective.

Posteriormente, con los años me di cuenta de que mantenía ese interés de estudiar Derecho y, más aún, cuando estaba muy asociado a mi trabajo. Trabajaba muy de la mano y muy de cerca con jueces y abogados penalistas. Esperé el momento adecuado en mi carrera, ascendiendo al grado que me permitía estudiar y fue ese momento en que tomé la decisión de iniciar la carrera de Derecho en el vespertino de la Universidad Finis Terrae”.

¿Fueron años muy duros?

“La verdad es que es una experiencia muy desgastante, de mucha entrega, pero dependiendo de cómo uno la toma, o sea, con qué sentido de responsabilidad, es como uno puede hacer llevadera la tarea de ser un buen estudiante, un buen detective y además un buen jefe de hogar. La clave estuvo en el justo equilibrio. Pero nada hubiese sido posible sin el apoyo de mi señora y de mis hijos, quienes también asumieron la responsabilidad de hacerse cargo cada uno de lo que debía hacer y así me dejaban en libertad de acción para dedicarme a estudiar”.

¿Además, le tocaban casos muy complejos?

“En esa época, estaba en un grado (Subcomisario) en que ya tenía que asumir la responsabilidad de casos complejos. Partí conjuntamente estudiando Derecho con tener que hacerme cargo de la investigación del caso Codelco, que fue también algo que gatilló la necesidad de estudiar, porque me di cuenta de que había materias que los abogados no las dominaban, menos las dominábamos nosotros, sobre operaciones de mercados de futuro. Para entender ese tipo de operaciones, hubo que estudiar.

Me veía limitado en mis conocimientos respecto de materias de Derecho y, por lo tanto, sentía que mi trabajo era inconcluso e incompleto, cuestión que después de que me recibí, sentí que el haber egresado, el haber recibido el título y el empezar a aplicar los conocimientos jurídicos en las investigaciones era muy distinto. Es otra visión, es un trabajo más completo, es una combinación perfecta entre el derecho y la criminalística”.

¿Qué cargos ha ejercido en Investigaciones?

“Me inicié en una unidad hoy denominada Bicrim (Brigada de Investigación Criminal), en ese tiempo se llamaban Judiciales, que eran unidades que atendían a la comunidad sobre delitos menores o de atención inmediata, más bien local. Luego, fui destinado a una unidad denominada en su época Brigada Especial, que ya estaba destinada a la investigación de delitos complejos en las distintas áreas.

Después fui destinado a la Brigada de Delitos Económicos, donde llegué muy joven y terminé siendo el jefe nacional. Profesionalmente me fue muy bien. Aprendí mucho y creo que destaqué, recibí reconocimientos por el trabajo que desarrollé. Tenía muy buenas relaciones a nivel de ministros en visita me tocó trabajar con muchos de ellosy con el mundo de los abogados, con las instituciones financieras, con las grandes empresas y con el mundo académico”.

¿Qué casos le tocó investigar además de Codelco?

“Estuve, por nombrar algunos, en el caso Inverlink, Colonia Dignidad, la quiebra de Colo Colo, MOPGate, y para mí, el más importante, el caso Codelco o conocido también como el “Davilazo”. Este último, me motivó para desarrollar mi memoria de titulación en derecho tributario, con el tema “La obligación de declarar los bienes producto de delitos. En general, mi experiencia en la investigación de delitos económicos me lleva a afirmar que todo delito económico tiene un impacto en muchos niveles, político, judicial, periodístico, por lo tanto, hay que trabajar con mucho cuidado”.

¿Los delincuentes económicos son más inteligentes?

“Son esencialmente habilosos y con formación académica y relaciones sociales; se da mucho el delito profesional. Según la profesión, se desvían del camino y cometen delitos asociados a su actividad”.

¿Es más complejo desenredar la trama cuando los delitos los cometen profesionales?

“Sí, porque hay fraudes penales que están en el límite de lo civil, donde cuesta mucho determinar el dolo, la intención de engañar.Generalmente, los autores nunca reconocen que tuvieron la intención de delinquir, a lo más reconocen haber hecho un mal negocio y, por lo tanto, hay que investigar con estrategias muy claras. Cuando los casos son muy complejos en su desarrollo e investigación, hay que ir tras las platas, de quiénes se benefician. Es una investigación al revés. La experiencia que adquirí en la investigación de los delitos económicos me ha permitido conocer cómo y por qué se cometen los fraudes al interior de la empresa, aprendí las formas de prevenir, detectar e investigar fraudes, principalmente, asociados a delitos contra la empresa”.

¿Cuál es el delito económico que más se comete en Chile?

“En un sentido amplio del concepto, es la estafa en sus diferentes formas”.

¿Y el fraude electrónico?

“Hoy, el fraude informático tiene mucha connotación y cada vez es más ascendente. La investigación está muy asociada a lo técnico criminalístico. Es un delito aterritorial y complejo para su persecución penal, pues el delito informático puede cometerse en Chile, la víctima puede estar en Brasil y los delincuentes que se benefician en cualquier otro país. Se traspasa toda la frontera y para eso no hay norma”.

¿En Chile hay carteles que operen a nivel internacional?

“Eso es muy delicado, por eso hay que ser muy preciso cuando hablamos de carteles o de crimen organizado. Es más que un concepto periodístico. Cuando hablamos de crimen organizado, estamos hablando del concepto que está definido en la Convención de Palermo y en la Organización de INTERPOL. En mi opinión, todavía no se alcanzan los niveles para hablar de que opere el crimen organizado en Chile. No hay antecedentes concretos. Siempre, eso sí, estamos vulnerables a esas posibilidades, dado que hoy somos un país de libre mercado, los controles son menos rigurosos que antes.

En segundo lugar, la tecnología informática permite operar desde fuera a través de las transferencias electrónicas, ello es un riesgo. En tercer lugar, está la droga, que es un factor determinante en las organizaciones criminales hoy, con una gran fuerza corruptora y esos son los riesgos, cuestiones que, en mi opinión, todavía no se pueden conocer eficazmente ni que en Chile hay crimen organizado. Lo que hay son organizaciones menores, bandas, delincuentes que se especializan en una determinada área como el narcotráfico, pero que no constituyen los elementos del concepto que define el crimen organizado”.

¿Cuál es el delito económico que presenta mayor dificultad para ser investigado?

“Generalmente, son las estafas bien desarrolladas, fraudes muy elaborados, los delitos tributarios, las quiebras fraudulentas, en fin, todo depende del ingenio del delincuente y la principal dificultad es llegar a determinar dónde está el dinero producto del delito”.
Después de concluir su trabajo en la Bridec, el Prefecto Soto Candia representó a Chile en diversos encuentros internacionales, como el último Congreso Mundial sobre Delito y Justicia Penal en Naciones Unidas y en la redacción de un Plan de Acción contra los delitos transnacionales en la OEA. Además de perfeccionarse en España, en Justicia Internacional y Crimen Organizado.

Su carrera policial siguió en ascenso y fue nombrado Jefe de Educación de la institución y director de la Escuela de Investigaciones.
En ese cargo, le tocó impulsar el proceso de acreditación académica de la Escuela de Investigaciones, definiendo un plan estratégico para transformarla en el centro de formación de policías para Latinoamérica.

¿Cuándo usted se formó en la Escuela de Investigaciones estimó que la formación era suficiente para desempeñar las tareas policiales?

“No sólo era insuficiente en esa época y esto es un mensaje para la juventud, sigue siendo insuficiente, porque la búsqueda del conocimiento debe ser permanente, la formación debe ser constante, para un detective y un abogado la búsqueda de conocimiento debe ser una actitud de vida. El profesional debe ir más allá de lo que dicta la cátedra”.

¿Faltan ramos en la malla curricular que enriquezcan la formación policial?

“Tiene que ver con que el mundo de hoy es distinto. Antes nunca pensamos que el tema informático iba a ser relevante para la formación de un policía. Hoy es de la esencia. El tema ético ha sido siempre un pilar en la formación del detective. Hoy, promovemos la formación del profesional de la investigación criminalística por competencias. Esa es la génesis de nuestros proyectos la formación por competencia, claramente tenemos definido el perfil de ingreso y de egreso del alumno que opta por la carrera”.

¿La formación en la Escuela de Investigaciones incluye un ramo de ética en las investigaciones?

“Los pilares de la institución están basados en principios y valores, por lo que dado el carácter de nuestra profesión, la ética es esencial no sólo para los aspirantes, sino para todos los hombres y mujeres que trabajan en la institución. Es un deber preocuparnos de los principios éticos desde la base, desde la formación, incluso, desde antes, a partir de un riguroso examen de antecedentes que tiene no sólo el postulante, sino también su familia.

A partir de ahí, hay una malla curricular que define claramente cuáles son aquellos principios y valores que hay que fundar en el futuro investigador y, por lo tanto, es una cátedra transversal en todas las actividades formativas de la institución. Esto no termina, es constante el recordar, el reforzar las materias éticas”.

¿Los casos de corrupción policial que se han conocido recientemente no ameritan reforzar la formación ética en Investigaciones?

“Hemos trabajado muy incansablemente sobre el tema de la probidad.

Hemos logrado obtener estos últimos años el mayor reconocimiento ciudadano como una institución creíble, proba. Objetivamente hablando, la institución todavía luce como creíble y proba. Trabajamos un proyecto institucional, liderado por nuestro actual Director General (Arturo Herrera), no sólo modernizando su gestión, sino también el espíritu institucional. Esto es un signo de madurez, centrado en la ética de proposiciones y no de prohibiciones. La política de transparencia tiene sus costos, pero afianza la realidad, pues es un hecho cierto que hay conductas indebidas de algunos, pero analizándolo objetivamente nadie puede sostener que éstas están desbordadas y que no hay control. La realidad objetiva supera absolutamente a la percepción, la PDI es una institución transparente, qué duda cabe. Nuestros sistemas de control obviamente no son infalibles, pero sí efectivos a través de procesos y sistemas de monitoreo, prevención e investigación de conductas indebidas.

Por lo tanto, esto último ha sido un acontecimiento que calificamos de hechos aislados.

La rigurosidad con que ha actuado el mando institucional frente a cualquier sospecha de conducta indebida, llevó a tomar de inmediato las medidas que en definitiva terminan con la separación del cargo”.

¿Esos casos no fueron como descorrer el velo respecto de conductas que se sabía ocurrían en Investigaciones?

Es sabido que personas podían pedir que se bajaran del sistema los antecedentes penales o permitir la salida por pasos internacionales. Eso a veces se ofrecía como servicio.

“Eso puede ser. La realidad objetiva nuestra es distinta. Hay un proceso que todavía está en desarrollo, no se ha determinado la verdad judicial sobre ello y que puede ocurrir situaciones como la usted explica es posible, pero que está controlado”.

¿Pero esas conductas recién las detectaron o es que ahora dejaron de tolerarlas, incluso, como favor personal?

“No podemos asegurar que no van a volver a ocurrir. Tiene que ver con la idoneidad o integridad del funcionario. Los controles funcionan, pero no son suficientes nunca, precisamente, porque el esfuerzo está en la persona y hoy día es donde nosotros entregamos nuestros mejores esfuerzos para que hagan conciencia de que un favor incluso, puede ser un acto de corrupción”.

¿Qué temas se abordan en la formación ética policial?

“El propósito es capacitar a los aspirantes en las competencias requeridas para comprender la especificidad en la comprensión del actuar ético, nuestro objetivo es internalizar nuestros valores éticos, con el propósito de generar conductas deontológicas para el trabajo policial. Por lo tanto, promovemos la ética como esencia del ser humano, la formación ética del hombre y los planteamientos éticos occidentales. Luego está la ética en el sentido amplio, el deber ser, el recto actuar y, por lo tanto, se enfoca el conocimiento histórico del estudio de la ética con la realidad que vive un detective.

La malla curricular está perfectamente definida en ello, por lo que el conocimiento que logra el alumno que se incorpora recién es saber quién es, dónde está y qué es el desarrollo de su profesión en cuanto a lo ético o a lo moral, por lo tanto, se aplica en todos los conocimientos de la malla que definen a un profesional íntegro”.

¿Cree que faltan recursos en remuneraciones para enfrentar el tema ético en Investigaciones?

“No. Asociar una mejor ética con mejor ingreso, no es una buena comparación, no es una buena asociación”.

¿No es más fácilmente corruptible un funcionario que tiene ingresos escasos?

“No. Tiene que ver con la integridad, con la formación desde el hogar hasta el mundo del trabajo. No es buena esa asociación, porque la ética es conducta y tiene que ver con el deber ser, de modo que justificar actos de corrupción porque los ingresos son bajos no es correcto. Que está subvalorada hoy la función de detective es otra cosa, bastante subvalorada. La ciudadanía debe entender que a quien se le entrega la confianza para que el país se desarrolle en justicia, donde la función del investigador es clave en el proceso penal, debe tener conciencia de que debe ser bien remunerado y eso está sujeto también a la exigencia de ese profesional respecto de sus competencias. Debe haber un equilibrio. Se han hecho muchas cosas trascendentes y en eso el supremo gobierno nos ha apoyado.”

¿Cómo están las relaciones con el Ministerio Público?

“En mi opinión, y con un criterio más jurídico que policial, debo decir que ésta visión no representa necesariamente el pensamiento institucional. La relación policía–Ministerio Público es óptima, pero ello no significa que todo sea una maravilla. Un problema que observo, es quién debe investigar. Se necesita resolver este asunto y para ello es necesario preocuparse de estudiar los problemas a nivel intelectual en el mundo académico.

Hay que definir los roles para los efectos de determinar responsabilidades. El Fiscal tiene dos tremendas e importantes funciones, dirigir la investigación y defender el caso ante el tribunal. Observo que algunos tienden a involucrarse en la investigación misma, eso es un problema. En esta área, creo que el Fiscal debe juridizar la actividad del policía, dirigirlo y evaluarlo con criterio de derecho y no de otro policía.

Es así como funciona en los países en que este sistema ha tenido éxito, la policía investiga y el fiscal juridiza sus actuaciones, y cuando tiene convicción en el trabajo de la policía presenta el caso en tribunales. Hoy, cuando hay problemas no se sabe quién es el responsable, dónde estuvo el problema o el error y se transmiten las responsabilidades unos para otros.

Lo otro tiene que ver con la víctima. Se oyen voces por la demanda de un defensor para la víctima, lo que puede ser, pero el sistema está estructurado para que el representante de la víctima sea el fiscal, en defensa no sólo de sus intereses, sino también en defensa de la sociedad. Pero la víctima percibe que no está representada por nadie y eso es otro problema. Por lo tanto, hay que abordarlos para lograr la perfección del sistema, tanto en lo legislativo cuanto en las relaciones interpersonales”.

¿A qué atribuye esta confusión de roles, sólo a un tema de legislación o a un exceso de protagonismo de los fiscales?

“Las causales pueden ser múltiples. He hablado con expertos que participaron en el origen de la reforma y, según ellos, obedece a una cuestión de personas. No estoy convencido de ello, para la policía es una dificultad adaptarse a los distintos criterios y formas de trabajo que cada fiscal tiene, el ideal es que no haya dudas en los procedimientos. No se debe entender que la policía es un auxiliar en el sentido peyorativo, se debe entender como un auxiliar de la administración de justicia, es decir, de una virtud cardinal. En definitiva, los problemas se han venido solucionando con voluntad e interés país”.

Después de dos años en la Jefatura de Educación y de completar un magíster sobre Didáctica de Educación Superior, fue destinado a la Jefatura de la Inspectoría General de Investigaciones, órgano con facultades normativas, fiscalizadoras, contraloras, auditoras e investigativas y está cargo también de medir el avance del Plan Estratégico Minerva.

“Hasta antes de este plan, sólo nos dedicábamos a trabajar, sin tener una visión. Hoy, el Plan Estratégico Minerva nos dio una visión, un sueño: querer ser una policía de clase mundial, una policía de alto rendimiento. Definida la visión, tenemos clara la misión y a través de este plan estructuramos cuatro áreas de servicio, se definieron planes, programas y proyectos, que se van implementado en el tiempo.

El más concreto es el plan de profesionalización de la función y para ello se diseñó un proyecto de ley que terminó en que los profesionales universitarios con una carrera de, a lo menos, ocho semestres, pudieran incorporarse a las filas de la institución. Ese es un proyecto ya culminando y con pleno éxito.

Tuvo un éxito rotundo en cuanto al interés de los profesionales. El proyecto es para 1.066 vacantes. En todos los procesos deben haber postulado, a lo menos, 8 mil profesionales de áreas humanistas y tecnológicas. Todos sirven, porque en cada actividad humana hay posibilidades de cometer delitos”.

El Plan Minerva buscaba detectar las fortalezas y debilidades de Investigaciones, ¿qué resultados obtuvieron?

“La fortaleza estaba dada en la historia institucional, en la eficacia del trabajo profesional, en la integridad de sus hombres y mujeres, en los principios y valores que la inspiran. Las debilidades estaban más bien en lo técnico, infraestructura y carencia de personal.

Hoy, eso es distinto y hubo un choque cultural con lo que llamo la “necesaria tecnocracia”, el cambio cultural, el cambio organizacional es siempre difícil, lo concreto fue definir de manera profesional el trabajo que desarrollamos y eso ha sido un éxito. Eso nos ha permitido un reconocimiento ciudadano, nos hemos dado a conocer, somos evaluados constantemente, hemos sido pioneros en muchas cosas y nos damos cuenta de que es la forma en que se debe cuidar la institución, que es lograr la modernización. Hoy, tenemos una visión y un plan de desarrollo institucional que hemos sustentado en nueve pilares, a partir de nuestras distintas áreas de servicio, y estos se afianzan en programas y proyectos; el fin último es prestar un servicio de calidad”.

¿Qué le falta a Investigaciones para ser una policía de clase mundial?

“Avanzar en la nueva cultura institucional, trabajar por las modificaciones legales que nos interesa (ley orgánica y nueva ley de planta), entre otras. Trabajamos por la incorporación de nuevas tecnologías y la capacitación continua. Un dato relevante es que en el contexto internacional, la Policía de Investigaciones es muy, muy reconocida, y en Chile, esperamos sea igual”.




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