¿Erostrato en el Derecho Contravencional?

Un parlamentario de esta ciudad introdujo una iniciativa por la cual todo transeúnte de calle peatonal debe circular obligatoriamente con el hombro derecho lo más cerca posible de la línea de edificación. Si quiere retroceder habrá de cruzar al lado opuesto, caminar en sentido contrario y volver a cruzar perpendicularmente al lugar que desea ir. Si no cumple con esta disposición, propia del Código Contravencional, merecerá una sanción patrimonial. El legislador argumentó que las personas que se desplazan lentamente y las que lo hacen a paso vivo pueden chocar y causar aglomeraciones susceptibles de altercados y favorecer la actividad de los “carteristas”. El propósito es “ordenar la marcha de la gente, dijo, otorgarle racionalidad y generar una conciencia integral sobre las buenas conductas en materia vial”.

La historia del derecho, su presente y aquello que se trata de trasformar en instrumento legal, han trasuntado ideologías del horror, clausura de las libertades colectivas e individuales, de expresión, manifestación y libre tránsito, afrenta a los derechos humanos y en no pocas ocasiones se plasmaron en normas que poco se diferencian con las del adversario conviviendo con la restauración de legislación frívola cuyo casuismo es más incompleto que el natural.

¿Por qué, entonces, no perfeccionar el mencionado proyecto con la prohibición de detenerse para saludar; seguir con la mirada a una bella dama que transita por la vereda contraria por considerar que es un acto preparatorio de un delito sexual, que desplaza la contravención de “embotellamiento peatonal”? ¿Por qué no obligar al paseante provecto, llevar prendas livianas en verano para evitar la deshidratación y abrigadas en invierno para evadir resfríos; a todos portar paraguas e impermeable los días de amenaza de lluvia por precaución sanitaria?

Todo por la fama

Cabe preguntarse si estamos ante una propuesta inconclusa, mera coincidencia con la fábula o historia de Erostrato, que en búsqueda de celebridad, en una noche del año 365, quemó el templo de Efeso y en medio del resplandor gritó tan fuerte y repetidamente su nombre que debió ser amordazado y atado. Las doce ciudades de Jonia vedaron pronunciar su nombre para que sea olvidado, bajo pena de muerte. No lo lograron y hoy tiene su lugar y asegurada la posteridad bajo el nombre de “complejo de Eróstrato”; revelador del deseo de estar -aun de manera fugaz y mejor si se prolonga- en el reconocimiento social y en los medios de comunicación. Es el caso de Tania Head, ex presidenta de la Red de Supervivientes del Word Trade Center que dijo haber escapado del piso 78 de una de las Torres Gemelas. Fue invitada a contar su peripecia, en distintas universidades, publicaciones y resultó atendida por Rodolph Giuliani, precandidato republicano, hasta que periodistas del New York Times descubrieron la patraña.

Un repertorio sin fronteras

Hay intenciones que han superado el trámite legislativo que darían envidia al incendiario griego, que estuvieron vigentes o aún lo están en EEUU, Francia, Inglaterra.

El “erostratismo” no es ajeno a quienes alcanzan el poder de legislar o promover juicios insólitos, contradecir sus propuestas electorales y buscar el apoyo con “programas andrógenos”, de fácil metamorfosis según su placer. Han sido más auténticas las promesas de los candidatos a la Asamblea francesa en 1848.

Dice Ingenieros que el señor Preban empeñó su palabra de que en el caso de ser electo ocuparía la tribuna de la mañana hasta la noche; W. Roussean prometió instalar máquinas para rechazar acreedores; Jules Laurent, reglamentar severamente la conducta de las suegras, sustituir el gas natural por la luz astral y regar las calles con perfume. El socialista Julio Guesde afirmó que la jornada de trabajo podía reducirse a 45 minutos. Fue electo. Pèpain, batallador de la igualdad de oportunidades, elaboró un sistema para que todo francés sea por lo menos un minuto presidente de la república. Un negro diputado socialista por Martinica planteó que todos los hombres de ese color debían ser declarados blancos.

La misma noche en que Eróstrato quemó el templo de Artemisa nació Alejandro Magno; ¿no habrá venido al mundo, la noche en que un legislador citadino presentó su “opus”, quien será poderosa y querida presidenta/e?




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