La deuda ambiental

Denominamos “Deuda Ambiental” a las prestaciones pendientes de satisfacción que afectan al medio ambiente y la salud de la población. El estado debe tomarlas a su cargo, en cumplimiento de mandatos constitucionales expresos.

Esta deuda ambiental se manifiesta y exterioriza en Argentina en los siguientes temas:

  1. La desaparición del bosque nativo.
  2. La denominada minería a cielo abierto.
  3. La cuenca Matanza-Riachuelo.
  4. La cuenca del Río Reconquista.
  5. Los residuos sólidos urbanos y su destino final.
  6. La defensa de las reservas de agua y los acuíferos.
  7. La contaminación originada por la instalación de las papeleras sobre la margen del Río Uruguay.

En todos estos puntos a considerar y en otros similares, aflora la violación del mandato constitucional contenido en el Art.41 de la Constitución Nacional.

La Matanza: sólo una muestra del problema

Cuando le diagnosticaron tuberculosis pulmonar a María, empleada doméstica de 51 años, no sabíamos que además tenía cáncer de pulmón y un parásito en el cerebro, que quién sabe desde hace cuánto tiempo venía nutriéndose de él. María había tomado durante 20 años agua contaminada, vivía hacinada, su alimentación era insuficiente, estaba en la miseria. Falleció el 31 de diciembre de 2006.

Cualquier abogado frente a un caso similar, y hay miles, se pregunta: ¿Cómo evitar nuevas Marías, cómo evadir los contaminantes para no tener que perseguir más la reparación integral del daño ya verificado?

Este ejemplo emblemático nos muestra cuál es el perfil epidemiológico de la contaminación, cuando desde hace 150 años las industrias envenenan la cuenca Matanza-Riachuelo, matando y enfermando a más de 5 millones de personas. Además, las explotaciones mineras contaminantes a “cielo abierto”, en varias provincias del país, sacan las reservas de agua y contaminan con cianuro.

Estos casos, junto con la contaminación del río Reconquista y del Delta, de los arroyos de la provincia de Buenos Aires, como Las Piedras y Las Conchitas en el sur del Conurbano bonaerense, son el principal problema por el que más de la mitad de la población del país no bebe agua potable y no tiene cloacas.

Los residuos sólidos urbanos

Veamos el problema de la basura: ¿Qué se hace con ella? Sus consecuencias pesan sobre nuestro pueblo como una opresión más y provocan graves epidemias y males en su salud.

En el proceso de generación de la basura se incluyen los residuos domiciliarios e industriales. A estos los transportan las empresas recolectoras y en el área metropolitana lo envían al Ceamse.

La mayor cantidad de residuos son generados por las industrias, por ejemplo empresas que fabrican sus productos, el fabricante se desentiende del envase y de las sustancias que contaminan que van a parar a los basureros o a ríos y arroyos que se convierten en verdaderas cloacas a cielo abierto.

En su tramo final, la basura puede tener tres destinos:

  • Se quema.
  • Se entierra.
  • Se procesa.

Si se quema, contamina la atmósfera; si se entierra, como en el Ceamse, se contamina el aire, el suelo y el agua en sus napas subterráneas. Desde la dictadura militar esto es lo que se hace en el área metropolitana, creando una contaminación grave en San Miguel, González Catán, Wilde y Punta Lara. Todos estos basurales están colapsados y contaminados.

El predio de González Catán tiene 400 hectáreas y no da más. Se han creado las “sierras de Catán” que tienen 40 metros de altura de basura y aunque se las quiera aplanar, no se puede. Tres arroyos pasan por el interior del predio para terminar en el Río Matanza continuando con la contaminación. Si se sigue con la tesis de enterrar la basura, trasladan el problema sin resolverlo. La basura que queda sepultada contamina por un período de 40 años. Esta es la política errónea del estado en este tema.

La única solución es procesar la basura con una empresa estatal, reciclando, dando trabajo, fabricando abono orgánico. Para ello es necesario destinar recursos. Este es un tema político. Si hay voluntad política, el tema Ceamse se resuelve a favor del pueblo.
Es necesario trasladarlo lejos, a varios cientos de kilómetros de los centros urbanos, como se hace en otras partes del mundo donde la basura es llevada en trenes especiales a más de mil kilómetros y luego procesada en forma científica. Soluciones existen, pero es necesario invertir.

En nuestro país, hay un desierto en el oeste pampeano, que en 600 metros de profundidad no tiene agua, y que a partir de los 600 metros de profundidad tiene una capa de Basalto que no pudo ser perforada nunca, este es el lugar ideal para instalar una gran empresa estatal de reciclado, con la construcción de caminos desde el resto de las provincias, se podría trabajar los residuos de todo el país, sin peligro alguno, podría dar trabajo a muchos desocupados, recuperando los plásticos, los vidrios y fabricar abonos con la parte orgánica.

El resto de los residuos, que no se puedan recuperar, se entierran en el desierto, con técnicas modernas, y sin peligro alguno, por la falta de agua en el subsuelo.

Lógicamente, para encarar este tema, con este concepto, es necesario priorizar la salud de la población y no una engañosa cuenta contable, dado que si se sigue enterrando la basura en un radio de 200 kilómetros del obelisco, lo que se ahorra en combustible, se gasta en padecimientos.

El nuestro es un país oprimido. Vendemos materia prima e importamos materia elaborada mucho más cara. No obstante, con los productos contaminantes no funciona así, por ejemplo en la elaboración de pasta celulosa. A estas industrias las trasladan al tercer mundo.

Grandes negociados

Lo que llega al Ceamse, contamina; lo que no llega queda, en última instancia, en manos de los exportadores, quienes además reciben reintegros de exportación porque el plástico molido mandado al exterior es considerado un producto industrial.
Como dijo un juez en la audiencia pública: “¿quién controla a los controladores?”

El caso del pueblo entrerriano

El ejemplo más importante de enfrentamiento a la contaminación es el del pueblo entrerriano contra la instalación de las papeleras. Es emblemático.

Cualquier tratamiento serio de estos temas, debe tener como cuestión principal la generación de trabajo genuino, que las obras efectuadas en el saneamiento sean realizadas por los desocupados, junto con la declaración de una emergencia sanitaria en forma inmediata para tratar a todos los afectados por la contaminación, garantizar agua potable, cloacas y desagües, un plan de construcción de viviendas que se adjudicarán a los actuales ocupantes de villas, asentamientos y barrios afectados, que suman alrededor de 500.000 personas.

Esperamos haber contribuido al debate sobre la deuda ambiental para comenzar a transitar los caminos que nos lleven finalmente a cumplir con lo normado por el Art.41 de la Constitución nacional.

La deuda ambiental puede ser saldada, recursos existen, falta tener una política clara y federal, que ponga el centro prioritario en los contaminantes y ataque el mal desde su inicio.

Hasta el momento, sólo vemos vacilaciones, la ley que protege el bosque nativo duerme en el Senado, las cloacas y el agua corriente siguen sin aparecer, la basura continúa siendo enterrada en el cono urbano y las cuencas son dos basurales acuáticos.




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