La Empresa en el Bicentenario
Así como cada momento, cada época, cada instancia requiere de creatividad, de nuevas propuestas, de avance y desarrollo del hombre, el Bicentenario las estimula, y exige una apertura de almas y una generosidad para buscar, proponer, aceptar y ejecutar nuevas formas de organización social, en beneficio y para alegría de todos los hombres sin excepción, y en pro de la paz social.
En ese contexto, se ubica la propuesta que se hace por medio de estas líneas a todos los hombres de buena voluntad. Actualmente, el concepto de Empresa es entendido como una Organización de Capital y Trabajo ajeno para producir bienes y servicios y, a través de ello, obtener utilidad.
En el concepto Capitalista-liberal, la Empresa es del dueño, que es quien aporta el capital y recibe prácticamente todos los beneficios, después de costos e impuestos (Adam Smith). El empresario es el que, al emprender, aventura y arriesga.
El concepto Socialista señala que las Empresas son del Estado dueño. Las personas son todas trabajadores de ellas y todos los resultados son del Estado. El Estado determina ingresos, forma de vida y demás de las personas (Karl Marx).
Para el concepto Socialista Moderno, algunas Empresas son del Estado y otras de privados y a estas últimas se les aplican grandes impuestos para que el Estado pueda realizar sus labores propias y otorgar protección a los más necesitados.
También existen las Empresas mixtas con diversas formas de participación del Estado y de particulares. Asociatividad que para la sociedad toda es mejor que el simple cobro de impuestos o que el desarrollo de Empresas simplemente estatales.
La utilidad
En el Código del Trabajo, se da un concepto de Empresa disponiendo que:
“Para los efectos de la legislación laboral y de seguridad social, se entiende por empresa toda organización de medios personales, materiales e inmateriales, ordenados bajo una dirección, para el logro de fines económicos, sociales, culturales o benéficos, dotada de una individualidad legal determinada”.
Si bien propiamente no da un concepto de Empresa, hace una referencia bastante aproximada a ella. Sin embargo, no considera el concepto de Empresa que se conforma a su naturaleza, según se expone en este documento, y que se propone y exige reconocer.
En primer lugar, es importante reconocer que obtener utilidad en forma honesta es humanamente legítimo y deseable, y además perseguirla en buena forma, es beneficioso para el incentivo del desarrollo personal y social.
Utilidad no es ni un mal concepto ni una mala palabra, aunque algunos la discuten y la atacan en sí misma.
Siempre será un deber ineludible del Estado atender a los más necesitados y, aún más, es necesario y exigible que lo haga de la mejor y más eficiente forma posible. Sin embargo, en virtud de las formas actualmente vigentes de entendimiento de la Empresa, sea Capitalista, sea Socialista, habrá siempre muchos que jamás podrán dejar de ser necesitados. Con el desarrollo de la Nueva Forma “Participatista” de entendimiento del concepto de Empresa, se logra una mejor distribución de la riqueza, mediante la participación de todos en los beneficios de las Empresas de la manera que por estas ideas se propone y con ello, consecuencial y necesariamente, se generará una menor necesidad de proteccionismo del Estado, ya que muchos dejarán de ser necesitados.
Al respecto, se debe aplicar el conocido pensamiento que indica que “al pobre no hay que darle pescado, sino hay que enseñarle a pescar”.
Para entender lo que se propone y comprender la real y fáctica naturaleza de la Empresa, debemos entender que ella, en cuanto organización que es, sólo puede generar su desarrollo con la participación ineludible en ella de todos sus elementos esenciales, naturales a ella, necesarios y conjuntos, que son: organización y emprendimiento, capital, trabajo ajeno, proveedores y clientela.
Todos esos elementos son esenciales a la empresa, de manera que, faltando uno solo de ellos ella simplemente no existe o no tiene posibilidad alguna de desarrollo. La conjunción de todos ellos hace posible su existencia, su desarrollo, el logro de sus utilidades y beneficios y su crecimiento.
Nada de eso podría lograrse sin la participación de todos ellos. Por ende, por la naturaleza propia de la entidad Empresa, les corresponde por derecho propio una participación en las utilidades y beneficios de ella a todos dichos elementos, sin excepción.
Empresa y sociedad
Es importante distinguir entre los conceptos de Empresa y Sociedad, con el objeto de aclarar que el reconocimiento del derecho de todos los elementos de la Empresa a participar de sus beneficios y logros, no afecta al derecho de propiedad ni tampoco afecta a la constitucionalidad.
Ni la propuesta de tal reconocimiento es inconstitucional ni ella afecta de modo alguno el derecho de propiedad de los dueños, sino, muy de contrario, ella es una exigencia de la urgente necesidad actual de reconocer el mencionado derecho natural previo de todos los elementos esenciales de la Empresa.
Los propietarios no serán afectados de modo alguno en los derechos que les corresponden, seguirán siendo los dueños de su sociedad o directamente de “sus derechos” en la Empresa, pero debiendo a la vez reconocer el derecho natural de participación de los demás elementos de ésta.
Reconocer lo que es un derecho por la naturaleza de las cosas, es una obligación y, por tanto, exigible, y respetarlo no es en caso alguno una afectación al derecho del que lo debe respetar ni menos puede ser inconstitucional.
Sí se afectará o se podrá afectar la situación actual de los propietarios, pero no su derecho, como se ha expuesto. Mientras la Sociedad es una convención, la Empresa es un hecho, es una realidad en sí misma.
A su vez, mientras que en la Sociedad participan sólo sus socios o sus accionistas, quienes por un acuerdo o, al menos por un interés común, desarrollan un respectivo negocio, con el legítimo fin de obtener utilidades, en la Empresa participan, por su naturaleza y por la imperiosa necesidad de ella misma, todos sus elementos, todos ellos producen sus beneficios, logros y utilidades, todos quienes entonces tienen también el legítimo derecho de participar de sus beneficios, los que necesariamente se logran en virtud de la participación de todos ellos, no sólo del capital, no sólo de los dueños, no sólo de sus organizadores. No habría Empresa sin la participación de todos.
Es un hecho indiscutible que la Empresa se genera en virtud de que el empresario o el dueño necesita de la intervención de trabajadores ajenos y, a su vez, necesita de proveedores y de clientela. Sin la intervención de todos ellos simplemente no hay Empresa.
Por eso, lo que busca la divulgación de estas ideas, es la exigencia de tener que reconocer el hecho ineludible de participación de todos ellos en los beneficios y logros de la Empresa, de manera que antes de o conjuntamente con determinarse las utilidades y los logros que correspondan al capital o a los dueños o a la sociedad dueña, se debe determinar la natural participación de todos los elementos de dicha Empresa en sus resultados propios.
Nuevo concepto
Lo importante es entender que la Empresa, por su naturaleza, es una organización que genera una entidad social naturalmente compuesta por diversos elementos esenciales, algunos de carácter interno, como el capital, la organización y el trabajo, y otros externos, como los proveedores y la clientela, y que en virtud de su gestión y objetivos propios, une los intereses de los primeros con los de los últimos.
El Papa Benedicto XVI, en su Encíclica Cáritas In Veritatis, refiriéndose a la necesidad de cambio de diversas estructuras de la sociedad humana universal, en referencia a la Empresa, señala que se requieren: ”Cambios profundos en el modo de entender la empresa”. Y agrega que: “Uno de los mayores riesgos es sin duda que la empresa responda casi exclusivamente a las expectativas de los inversores en detrimento de su dimensión social”.
No hay duda de que el reconocimiento del nuevo concepto de Empresa que en este trabajo se propone generaría una enorme paz social, al lograrse una participación de todos en sus desarrollos propios y una mejor distribución de la riqueza.
Este nuevo concepto de Empresa la define como una organización social compuesta por capital, trabajo ajeno, proveedores y clientela, destinada a la producción y comercialización de bienes y servicios, con el objeto de obtener utilidades para todos los elementos que la hacen posible.
Dado que todos los elementos esenciales de la Empresa, insisto, conforme a su propia naturaleza hacen posible su existencia y logran su desarrollo y crecimiento, a todos ellos les corresponde por “derecho natural”, derecho a participar de los beneficios de la Empresa.
Por tanto, el gran efecto del nuevo entendimiento de “la Empresa” es la natural y necesaria participación económica de toda persona en los beneficios y logros de las Empresas o negocios que corresponde a cada elemento que la hacen posible y que hacen posible el logro de sus beneficios.
Así, debe, necesaria y urgentemente, legislarse de manera que una proporción real y efectiva de las utilidades y del incremento patrimonial de toda Empresa o negocio, sea de y para el conjunto de todos sus elementos, que son quienes la hacen posible, sin exclusión alguna, y quienes posibilitan su desarrollo, sus utilidades, su incremento patrimonial, su crecimiento, no sólo para el capital, el que por sí sólo no puede alcanzar los desarrollos ni los beneficios que en la actualidad sólo quedan para él o para sus dueños.
En la práctica, se debería tomar en consideración la situación a una fecha determinada de las empresas y negocios y, a contar de esa fecha, tal proporción en sus utilidades y su crecimiento futuro debería ser en conjunto de todos quienes la posibilitan.
Siendo una cuestión de la naturaleza, el Derecho (por ende, la ley) está necesariamente obligado a reconocer y recoger y, en consecuencia, a plasmar tal realidad en las legislaciones del mundo, estableciéndose así la nueva estructura de la Empresa y con ello, en definitiva, una nueva relación económica, más justa y más humana, con profundos beneficios de todo orden para la paz social y para la felicidad de todos.
Termino estas líneas llamando a todos a quienes lean este trabajo a analizarlo con generosidad, con mente abierta, a reconocer la naturaleza propia de la Empresa y, por ende, a exigir y a trabajar para que se exija su reconocimiento y su nueva forma de participación de todos sus elementos esenciales en sus beneficios e incremento patrimonial.
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