Las relaciones intercolegiales después de la derogación
La derogación de Cassaba no generará nostalgia alguna, pero es un hecho que habrá que analizar con el correr de los años, como enseñaba Borges en 1945 en su Vindicación del 1900: “Hace quince o veinte años que la nostalgia, la ternura y la burla tejen una cariñosa mitología alrededor del año 1900. Los elementos de esa mitología están en la conciencia de todos; corresponden a la escenografía art noveau de Los crepúsculos del jardín, de Lugones, con adición de algunos artefactos característicos: picos de gas, tranvías de caballos, bigotes, bigoteras, corsés, tarjetas postales en relieve, lámparas con caireles. Por supuesto, ese esquema simbólico de 1900 no es precisamente igual a 1900. Nunca lo son, por lo demás, los esquemas simbólicos. Lo característico de una época no está en ella; está en los rasgos que la diferencian de la época siguiente y sólo son perceptibles después. Así los tranvías a caballo son típicos de 1900 porque han sido reemplazados por tranvías eléctricos; los buzones rojos no lo son, porque no han sido reemplazados”.
Amén de las discusiones sobre las competencias y atribuciones de las legislaturas provinciales, y la correcta condición jurídica de la llamada Ciudad Autónoma de Buenos Aires, lo cierto es que nos encontramos ante una nueva era en la forma de realización de nuestra actividad profesional. Las tareas y vivencias del abogado porteño y de los colegas del gran Buenos Aires se mimetizan a la hora de analizarlas subjetivamente: las diferencias de fueros, infraestructuras, y procesos no coinciden, pero en el universo de los matriculados del Colegio Público -más del treinta por ciento- revistan los mismos profesionales que están activos en los Colegios Departamentales de la Provincia de Buenos Aires.
Este es un dato ineludible a la hora de pensar el desarrollo del vínculo entre los organismos de la abogacía del área metropolitana. Se hace imprescindible aunar esfuerzos en las áreas académicas y de capacitación continua orientadas a un único profesional que debe esforzarse permanentemente para estar a la altura de los acontecimientos y cambios constantes de la legislación, la doctrina y la jurisprudencia. Hay que coordinar esfuerzos en la prestación de servicios sociales y sin fines de lucro, sostenidos en base al principio de solidaridad entre pares, ya sea que se ejerza la profesión en la Capital Federal o en el Gran Buenos Aires. Debemos –imperiosamente– diseñar una estrategia común ante un mapa internacional con cambios cotidianos que nos deja presos de una globalización con aristas perjudiciales, y que sólo pueden ser morigeradas por el desarrollo de un marco de integración regional que nos haga fuertes ante los embates de liberalizar el mercado de los servicios profesionales en desmedro del abogado común. La legitimación para acordar en el inicio del camino trazado por la Disposición Mercosur CMC 25/03 en su artículo 82, implica la necesaria unidad de acción de los Colegios con delegación estatal del control matricular, únicas instituciones que pueden representar válidamente a sus matriculados.
No escapa a esta breve reseña que se dispara una nueva era de relaciones profesionales en las que debe prevalecer la comunidad de intereses por sobre las indebidas injerencias de una organización en otra. Ojalá, como se dice, “que el tiempo transforme en comedia la tragedia”. Y que sin creer que el debate sobre Cassaba era la batalla de Caseros o la de Cepeda, acordemos la mayor cantidad posible de puntos en una agenda común entre el Colegio Público de Abogados de La Capital Federal y los colegios de la Provincia de Buenos Aires y su Caja Previsional.
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